El desperdicio alimentario es una problemática global que requiere de un enfoque riguroso y estandarizado para ser comprendido en toda su magnitud. Medir con precisión y bajo una metodología armonizada a nivel internacional es crucial para dimensionar adecuadamente este fenómeno, que afecta no solo la seguridad alimentaria, sino también el medio ambiente y la economía. La cuantificación precisa del desperdicio alimentario es esencial no sólo para establecer una línea de base, que permita fijar objetivos de reducción claros, sino también para impulsar acciones efectivas de prevención.
Nos encontramos cada vez con más estudios de cuantificación, pero en muchas ocasiones estos no son comparables, debido a las diferencias en la terminología y/o la metodología empleada durante el proceso. La falta de uniformidad en estos aspectos complica el análisis y dificulta la generación de datos confiables a nivel global, lo que pone en riesgo la implementación de soluciones coordinadas y efectivas.
No obstante, en este esfuerzo por cuantificar el desperdicio alimentario, el objetivo no debe ser simplemente obtener un número que refleje una situación puntual. Es un proceso continuo y dinámico, que debe extenderse a corto, medio y largo plazo. El enfoque debe estar en la mejora continua, de manera que se comprenda a fondo la complejidad de este problema y se implementen medidas eficaces para su reducción.
La medición, además de ser cuantitativa, es decir, enfocada en el volumen de alimentos desperdiciados, también debe ser cualitativa, con el propósito de identificar las causas profundas que originan el desperdicio. Solo entendiendo estas raíces será posible diseñar estrategias más efectivas para abordar el problema de manera integral.
¿Qué debemos preguntarnos en todo proceso de medición del desperdicio alimentario?
Para garantizar una medición efectiva del desperdicio alimentario, es crucial hacernos ciertas preguntas fundamentales que orienten el proceso y aseguren que se cubren todos los aspectos relevantes. Estas preguntas son esenciales para establecer un marco claro y coherente que permita obtener resultados útiles y aplicables en la reducción del desperdicio:
- ¿Qué medir? La primera cuestión clave es definir con claridad qué es lo que vamos a medir. Existen múltiples términos y definiciones que hacen referencia a diferentes aspectos del desperdicio alimentario, tales como «desperdicio alimentario», «pérdidas», «residuos alimentarios», «partes comestibles», «partes no comestibles», entre otros. Es fundamental que el informe final refleje de manera explícita qué términos se están utilizando y qué se incluye en cada uno, para evitar confusiones y garantizar que los datos sean comparables y consistentes.
- ¿Dónde medir? La segunda pregunta gira en torno a los sectores o etapas de la cadena agroalimentaria donde se va a realizar la medición. No existe un consenso absoluto sobre qué sectores o subsectores deben ser cuantificados en cada etapa de la cadena de suministro alimentario. Para minimizar inconsistencias, se recomienda recurrir a sistemas de codificación internacionalmente reconocidos, que permitan clasificar de manera uniforme las diferentes actividades económicas implicadas. Esto ayudará a alinear los datos y facilitar la comparabilidad entre estudios y regiones.
- ¿Cómo medir? Finalmente, se debe establecer claramente cómo se realizará la medición. Existen dos enfoques ampliamente recomendados. El primero consiste en seguir las pautas de la Decisión Delegada, que sugiere métodos específicos de medición para cada una de las etapas de la cadena agroalimentaria. Este enfoque es exhaustivo, aunque puede ser complejo de implementar en algunos contextos. El segundo enfoque, que se ha destacado como una opción más práctica y flexible, es el propuesto por la Generalitat Valenciana, que ofrece una metodología adaptable a diferentes realidades y que podría resultar más aplicable en ciertas regiones o circunstancias específicas.
Desde Enraíza Derechos han publicado un manual de medición del desperdicio alimentario, a través del cual sugieren cómo realizar un diagnóstico riguroso, que permita obtener la información suficiente para conocer dónde se encuentran los principales flujos de desperdicio y los motivos por los que se generan.
Por otro lado, Iñigo Arozarena tiene un blog en el que podéis encontrar varias publicaciones sobre este tema y análisis de diversos informes.
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